Quizás por las esquirlas del descenso del 2010, o por la ingrata participación en el último TDI y actuaciones de escaso vuelo futbolístico en la etapa clasificatoria del certamen en cuestión; este equipo de Argentino no había logrado ese idilio que suele unir a hinchas y equipo.
Sin embargo el fútbol tiene estas cosas, donde la brecha del odio al amor es casi milimétrica y viceversa. La contundencia de sus triunfos, la hombría de sus jugadores y el festejo visceral de sus simpatizantes tiñeron este ascenso en una conquista inigualable.
El ideario popular resaltará la jerarquía de Lucas Suárez, la estirpe ganadora de Matías Giammalva, el despliegue incansable de Xavier Nichea, la voracidad goleadora de Emiliano Bottacín, pero en realidad detrás de todos estos ciertos atributos hubo un equipo. Un grupo que jugó y puso lo que tuvo que poner en los partidos que así lo reclamaban.
Argentino es un campeón indiscutido. Sus números son irrefutables. Su cuerpo técnico encabezado por Pablo Natali quedará en la posteridad. Ni el descenso del año pasado logrará opacar su labor. Son, por lejos, los más ganadores de la historia Albirroja, que conoce de grandes equipos y enormes jugadores. Desde el 2006 a esta parte colocaron a Argentino como protagonista central de todos los campeonatos que disputó con cuatro vueltas olímpicas incluidas y buenas participaciones en los certámenes de AFA.
Salud campeones. Sus nombres quedaran grabados a fuego en los corazones de los todos los Argentinistas hasta el día que cada uno de ellos respiren. Y no es obra de la casualidad, es merito absoluto de ustedes.
73813